Parece que solo sabemos entendernos a base de hacernos daño. Que nos gusta mantenernos en la distancia cuando en realidad queremos comernos a besos. Destruirnos en la cama, respondernos con la piel todo aquello que no hacemos con palabras, para acabar a la mañana siguiente igual que estábamos ayer. Nunca aprenderé a resistirme a tu mirada, a no caer de nuevo rodando a tus brazos y repetir otra noche de esas en la que volvemos borrachos, gritando que todo puede salir bien. Debería mantenerme bien alejada del teléfono cuando pienso por algún momento que me vas a llamar, pero sé de sobra que tú no eres de esos, y aun así me empeño en mirarlo de reojo. Parece que me acostumbré a caminar sobre restos que aún no han cicatrizado. Que no canso de decirte “quédate”, cuando tantas veces te has marchado sin decir adiós. Será que siempre se me olvida hacharte el cerrojo, igual que siempre se me olvida para qué sirve la ropa cuando nos encerramos en tu habitación.Parece un juego, pero da miedo engancharse a tí.
jueves, 24 de febrero de 2011
13 meses.
Porque aun siento dentro de mi pecho todos los latidos de tu corazón ¿Por qué no aprenderé a decirte “hasta siempre” cuando mi corazón me dice “inténtalo otra vez”?
Parece que solo sabemos entendernos a base de hacernos daño. Que nos gusta mantenernos en la distancia cuando en realidad queremos comernos a besos. Destruirnos en la cama, respondernos con la piel todo aquello que no hacemos con palabras, para acabar a la mañana siguiente igual que estábamos ayer. Nunca aprenderé a resistirme a tu mirada, a no caer de nuevo rodando a tus brazos y repetir otra noche de esas en la que volvemos borrachos, gritando que todo puede salir bien. Debería mantenerme bien alejada del teléfono cuando pienso por algún momento que me vas a llamar, pero sé de sobra que tú no eres de esos, y aun así me empeño en mirarlo de reojo. Parece que me acostumbré a caminar sobre restos que aún no han cicatrizado. Que no canso de decirte “quédate”, cuando tantas veces te has marchado sin decir adiós. Será que siempre se me olvida hacharte el cerrojo, igual que siempre se me olvida para qué sirve la ropa cuando nos encerramos en tu habitación.Parece un juego, pero da miedo engancharse a tí.
Parece que solo sabemos entendernos a base de hacernos daño. Que nos gusta mantenernos en la distancia cuando en realidad queremos comernos a besos. Destruirnos en la cama, respondernos con la piel todo aquello que no hacemos con palabras, para acabar a la mañana siguiente igual que estábamos ayer. Nunca aprenderé a resistirme a tu mirada, a no caer de nuevo rodando a tus brazos y repetir otra noche de esas en la que volvemos borrachos, gritando que todo puede salir bien. Debería mantenerme bien alejada del teléfono cuando pienso por algún momento que me vas a llamar, pero sé de sobra que tú no eres de esos, y aun así me empeño en mirarlo de reojo. Parece que me acostumbré a caminar sobre restos que aún no han cicatrizado. Que no canso de decirte “quédate”, cuando tantas veces te has marchado sin decir adiós. Será que siempre se me olvida hacharte el cerrojo, igual que siempre se me olvida para qué sirve la ropa cuando nos encerramos en tu habitación.Parece un juego, pero da miedo engancharse a tí.
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